domingo, 18 de agosto de 2013

La inteligencia emocional en el aula



Cuidarles las niñez


       Hace algunos días, observé en las noticias el cruel asesinato de una mujer y su posterior descuartizamiento por parte de su expareja. Sin duda, mas que un triste hecho delictuoso es una señal de alarma sobre lo que está faltando en nuestra sociedad.
      Empezaremos el análisis de esta situación, pero desde una perspectiva mas profunda.   Preguntarnos que pensaba ese hombre mientras realizaba su terrible acto, arrojaría una respuesta que puede interesar al morbo del colectivo y hasta a los magistrados que verán el caso. Si preguntamos que sentía en ese momento, la respuesta parecería necrofílica.
       Vayamos entonces a explorar, de manera retrospectiva que pudo haber pasado a este hombre para que consume este acto. Los estudios que se han realizado sobre inteligencia emocional manifiestan que lo que realizamos en el presente tiene que ver con las situaciones que hemos experimentado y, por tanto, almacenado en nuestra niñez.
       Entonces, hablemos del órgano que se encarga del registro de las experiencias: El cerebro. Éste, está dividido en tres córtex: la isocorteza o neocótex, la paleocorteza o sistema límbico y el arquicórtex o tallo cerebral. Cuando nacemos, lo hacemos con las dos últimas desarrolladas al 100%, mientras que la primera no termina de desarrollarse hasta los 22 años. De las tres cortezas, a la paleocorteza se le conoce como el centro de la inteligencia emocional. Aquí es donde se almacenan las experiencias que vivimos desde que nacemos.  Cuando un niño experimenta un vacío en su ninez como la ausencia de papá o mamá, no lo registra como un hecho real sino como una emoción, o sea, solo recuerda lo que sintió durante ese momento. Registra lo que le generó la ausencia de uno de sus progenitores.
Durante esta época, al no tener desarrollada su neocorteza, a la que se le conoce como el cerebro pensante, no comprende todavía que debe quedarse sin uno de sus papás y que a pesar de ello, no le pasará nada malo. Él siente que puede morir por este abandono.
Cuando es adulto y debe enfrentarse a una situación similar como terminar una relación amorosa, al tener almacenada en la paleocorteza una emoción altamente negativa por el alejamiento de su ser querido, asimila que esa situación nueva, puede generarle, también, la muerte. Claro que eso sucede a un nivel inconciente, puesto que está registrado en la paleocorteza durante su niñez. Esta misma paleocorteza es la que da una señal de alarma a todo el cerebro secuestrándolo y evitando que el neocórtex o cerebro pensante tome las riendas. La situación de emergencia es asimilada y se procede en consecuencia. El cerebro, una vez secuestrado por las emociones, asume dos posibles acciones o huir o luchar ante el peligro de "muerte".
Pelear o huir.
El hombre con el que empecé este artículo, sufrió un secuestro de emociones que lo llevó a actuar de ese modo. Tal vez, tuvo una niñez de abandono. Es muy difícil actuar de un modo civilizado ante estímulos fuertes.
La señal de alarma que este hombre encendió, debe iluminar a las personas que tienen las riendas de esta sociedad. Si bien es cierto que estramos entrando a una modernización de nuestro sistema educativo, no se debemos tomar a la ligera el hecho de que todavía existen algunas falencias que deben ser corregidas.
La educación emocional en las aulas tiene que transformarse en un área obligatoria que ayude a cada alumno a conocerse a sí mismo. Que le ayude a controlar sus emociones, a ser empático con sus compañeros y con su medio natural. Debe comprender que puede influir per se en el ánimo de las personas que lo rodean.
Mirarlos como a seres humanos.
La inteligencia emocional es el punto débil no solo de los alumnos, también nosotros, docentes, carecemos de los conocimientos básicos que nos permitan cambiar esta sociedad desde nuestra trinchera. Cada uno de nosotros, debe aprender a mirar a nuestros alumnos a los ojos y que sepan que los escuchamos. Sensibilizar sus almas a través de las artes. Retarlos permanente a que descubran el mundo. Enseñarles que como docentes también podemos ser un poco niños .
El destino me ha permitido vivir en una misma época que grandes amigos que me han enseñado a atender el mundo.
El hombre del artículo fue una terrible consecuencia de una sociedad que todavía no prioriza el alma de sus cuidadanos. Consecuencia que podemos empezar a corregir para evitar que hechos como el contado, sigan repitiéndose.

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